miércoles, 15 de septiembre de 2010

¿El 124, no me puede mandar otro?


Invitados están a subir a mi taxi, de las mañanas o las noches, eso sí les advierto, existen 99% de probabilidades de que el conductor sea una "estrella".

Cada vez que abro la puerta de un carro rojo (o taxi), me topo con algún artista que se quiere pasar de listo, me cierra el ojo, me pasea por todo Tres Ríos en busca de menudo, me cuenta que fue DJ en un night club o que le gusta "enfermarse para que lo chineen", eso por dar algunos ejemplos, nada más.

Y no es que tenga nada contra la "fuerza roja" de este país, pues también conozco taxistas súper serviciales y buena nota, pero no suelo topármelos muy a menudo.

Hay uno con el que no me subo ni loca. El 124.

La primera vez que me hizo un viaje le pagué con ¢ 2.000. Un billete que para mi gusto no es tan grande.

- Muchacha, ¿no anda más menudo?
- No muchacho.
- Qué problema es que no ando menudo. Ahora se lo di a una gente que se subió.

Ojo que son como las 8 a.m. y ya se quedó "sin menudo".

Pensé para mis adentros: "qué mal, pero de verdad no ando y además él debería tener, tampoco es un billete de ¢ 5.000 o ¢ 10.000".

A regañadientes el tipo sacó de la billetera de él y me dio mi vuelto. Ah, sí y también me dejó en el puro caño. Pero bueno, pasa, fue solo una vez. Eso creía yo.

Pasó lo mismo en tres ocasiones más: "No hay vuelto" y otra vez brínquese el caño, si puede y si anda en tacones: ¡salada!

Yo soy paciente pero tengo límite. El bus ya se me iba y el tipo decidió que la solución a su problema de escasas monedas era llevarme hasta el puesto de periódicos más cercano — que estaba como a 500 metros— a ver si el pregonero le cambiaba el billete.

La siguiente vez me dijo: "Diay será que me pague otro día, porque hoy no ando menudo".

Tuve la mala suerte de que me volviera a llevar un día que yo andaba tallada la plata del taxi y del pasaje del bus. Le pagué con ¢1.000.

Del viaje de hoy son ¢6.00 y del otro día también, me debe ¢1.200. Y yo que no puedo creer el descaro del mae le digo: "Vea muchacho, no quiero parecer malcriada, pero es su deber andar menudo, usted siempre hace lo mismo, nunca tiene vuelto y encima me viene a cobrar lo del otro día".

- ¿Cuál es su placa?
- 124.
-Perfecto con usted no me vuelvo a montar.
-Bueno pero me debe ¢ 1.200.

La maña de dejar monedas sueltas en el bolso, me salvó, le pagué al descarado y logré irme en bus.

Así que cada mañana, si yo llamo a la central y me dicen la placa 124 le llega. Yo le digo: "esa no, mándeme otra". La voz del otro lado pregunta: ¿por qué? y yo no dudo en decirle: "Porque nunca tiene vuelto".

Foto: Ben Fredericson.

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